La sal es amiga del paladar, pero a veces enemiga de la salud, y aunque lo que de ella se dice en estos términos no resulta precisamente alagador, algunas de las cosas que se comentan del condimento no son ciertas, y sólo aumentan una mala fama que realmente no se merece.
Esto es falso, el sodio y el cloro que constituyen la sal de mesa son nutrientes esenciales que regulan el equilibrio de fluidos en el cuerpo.
No es cierto en todos los casos, pues cuando sucede se debe al exceso en el consumo, así que el problema no es la sal sino el exeso, lo que hay que hacer es disminuir entonces el consumo.
Pues el apio tiene sabor salado para muchas personas, e incluso contiene mas sal que otros vegetales, sin embargo una rebanada de pan blanco contiene 150 mg de sal, mientras que un tallo de apio sólo contiene 35 mg.
Sólo si se agrega demasiada cantidad (Una vez más, los excesos)… Los chefs consideran que la sal aumenta el sabor natural de las comidas usandola en cantidades optimas.
La sal ni aumenta el contenido graso del cuerpo ni suma calorías, simplemente como se mencionó arriba, cuando se consume en exceso propicia la retención de líquido, lo que dá la sensación de estar hinchados y pesados.
En definitiva, el sodio es imprescindible en una dieta balanceada, nótese bien: “Balanceada”, lo que produce efectos adversos con la sal y con muchos otros alimentos es precisamente romper el balance. Los excesos traen consecuencias a la salud. Pero de estos excesos sólo las personas son responsables. Una dieta balanceada permite disfrutar de poder probar todos los sabores y no perderse de nada. Y para ello sólo se requiere hacerlo con conciencia.
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